jueves, 23 de junio de 2011

JAPÓN

Ocurrió el pasado 11 de marzo. La tierra tembló bajo el suelo nipón y olas de tamaño similar al de algunas islas del Pacífico avanzaron hasta 700 metros tierra adentro destruyendo miles y miles de casas a su paso.

Muchos analistas definen el terremoto de Japón como la catástrofe natural más costosa de la historia. Y si no lo es, no anda muy lejos. Además de la pérdida de miles de vidas, se cifran hasta la fecha en torno a los 11.500 fallecidos y 16.500 desaparecidos, la tragedia tendrá un coste de 130.000 millones de euros.

El impacto del terremoto sobre la actividad económica ya se ha sentido. Antes de que ocurriera nada, las previsiones eran de una expansión del 1’5% al 2% en 2011. Ahora, los economistas rehacen cuentas. JP Morgan ha revisado a la baja el crecimiento para el primer trimestre hasta el 1’7% respecto al 2’2% del año anterior. Y para el segundo trimestre, lo dejan tan sólo en el 0’5%.

Las últimas noticias son aún más negativas. Y es porque Japón ha entrado en recesión con más fuerza de los esperado, tras caer un 3’7% la tasa interanual, casi el doble de lo previsto por los analistas. Japón, que el año pasado cedió el puesto de segunda economía mundial frente a la pujante China, ha visto como su Producto Interior Bruto caía un 0,9% intertrimestral en los tres primeros meses del año. Este retroceso se suma al recorte del 0,75% sufrido en el último trimestre de 2010, con lo que se confirma la entrada en recesión del país.

La parte más preocupante de todo esto es quizá la disminución de consumo privado en un 0’6%, representando éste casi el 60% de la economía japonesa y la caída del 34’3% del superávit comercial del país en marzo, frente al mismo mes hace un año.

A pesar de los nefastos datos, aún hay esperanzas. Y es que los organismos internacionales como el FMI o la OCDE, confían en que el Banco de Japón mantenga la política monetaria estable y la recesión sea corta, pronosticando para 2012 un crecimiento del 2’3% del país nipón, impulsado por las inversiones en la reconstrucción. Y eso es porque Japón se ha caído muchas veces, pero todas se ha levantado.

¿Tendrá algo que ver el espíritu japonés o el Yamato-Damashii, como lo llaman ellos, basado en la prevalencia del bien común frente al egoísmo individual?

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