miércoles, 8 de junio de 2011

¿HABRÁ UN FINAL FELIZ PARA LA TRAGEDIA GRIEGA?

El anuncio que ha hecho Atenas sobre la serie de privatizaciones que piensa acometer hacen pensar que el país por fin se ha tomado en serio sus compromisos. Sin embargo, el riesgo de que no se ejecuten sigue siendo elevado.

Hay muchos obstáculos por salvar. En el sector inmobiliario, por ejemplo, Grecia todavía está creando un registro de terrenos unificado y sus bancos se dedican ahora a catalogar los activos inmobiliarios. Las condiciones de los promotores no están claras, aunque Grecia espere que el sector inmobiliario le ayude a recaudar entre 35.000 y 50.000 millones de euros, un objetivo enormemente ambicioso. Aun así, la recompensa vale la pena.

De lograr recaudar la totalidad de los 50.000 millones de euros –equivalente al 20% del PIB— el ratio deuda-PIB de Grecia caería hasta el 134% en 2015 desde las previsiones actuales del 151%, de acuerdo con el FMI, y su deuda seguiría en una clara trayectoria bajista, dando esperanzas de que sea sostenible. Esta previsión también excluye otros beneficios económicos, como el aumento de la inversión extranjera en la economía, una mayor productividad y la oportunidad de recomprar deuda con una rentabilidad por las nubes.

Sin embargo hay quienes piensan que la economía griega puede haberse adentrado en un callejón sin salida. El gobierno no podrá hacer frente a sus pagos aunque ponga en marcha el importante plan de ajuste impuesto desde la Comisión Europea porque la actividad económica no tomará el impulso necesario para generar ingresos suficientes.
Si Grecia tuviera una moneda propia, podría devaluarla. A corto plazo, le permitiría salir del apuro. Potenciaría sus exportaciones, reactivaría la economía y podría utilizar la entrada de divisas para pagar una deuda que, valorada en moneda extranjera, habría bajado de valor y por lo tanto sería más fácil de pagar.
Tampoco la solución está en la ayuda europea, ya que en Europa los países mantienen su independencia fiscal. Es muy difícil que un ciudadano alemán o francés, que también tiene sus problemas derivados de la crisis, esté dispuesto a que una parte de sus impuestos sirva para pagar la deuda griega.

¿Cuál es entonces la mejor solución al problema griego? La decisión más conveniente para los intereses de la UE y del Euro sería llegar a un acuerdo para un segundo plan de rescate, por un importe que podría rondar los 60.000 millones de euros durante los próximos dos años. Este importe puede ser ahora cubierto por el EFSF (European Financial Stability Facility), fondo que recibió la aprobación de todos los países europeos en Marzo de este año, y no requiere de un nuevo acuerdo de ese rango. Conviene recordar que este fondo tiene la capacidad de comprar deuda griega en el mercado primario.

En resumen, no hay solución definitiva y parece razonable adoptar la menos mala de las opciones, que pasa por realizar un nuevo rescate y retrasar la necesaria reestructuración de la deuda griega a un momento en el que el riesgo de contagio no sea tan alto. ¿O quizás no sea esta solución la mejor? La incógnita está ahí y la tragedia griega también. Mientras tanto, el tiempo corre.

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