Vamos a tratar, no solo el tema de la vivienda, sino también el de la corrupción política, otro de los graves problemas de España.
Un arquitecto, me aportó el otro día una solución que me parece bastante interesante.
El problema de la corrupción y del excesivo precio del suelo, nace de la calificación arbitraria por parte de los ayuntamientos del mismo.
Un alcalde o un concejal de obras o de fomento, deciden si un suelo es rústico, o urbano, o industrial. En el caso de recalificación de un suelo rústico, pasa de valer 9.000 euros la hectárea a 600.000 euros, o a 1,2 mill. de euros, o a 1,8 mill. de euros, o a 2,4 mill, o… Si un señor tiene la capacidad de decidir esto, es imposible que no haya corrupción, y es imposible, en un mercado expansivo, que no se dispare el precio del suelo. Además pasa por varias manos que quieren ganar ingentes cantidades de dinero en cada transacción.
Parece ser que este sistema viene de la época de Franco para intentar que los ayuntamientos dispusieran de ingresos para sus actividades, dado que no gestionaban impuestos de ningún tipo. Si esto ha cambiado, el sistema del suelo debería cambiar.
Estos precios del suelo son los que realmente han encarecido el precio de la vivienda, donde se ha llegado a repercutir un 50% en su valor. Como es posible que el suelo llegue a valer tanto como el trabajo de un arquitecto, un aparejador, un fontanero, un constructor, en electricista, los materiales, etc. Es demencial.
La solución que planteaba, es que se hiciera igual que con las carreteras. El suelo aunque privado es un bien público que puede ser expropiado a un precio razonable (p.e. 7 u 8 veces su valor), y que se adjudicará por subasta, manteniéndose en propiedad del ayuntamiento. No se realizarán adjudicaciones, salvo que haya necesidad de viviendas, con lo que desaparecerá la especulación con la vivienda terminada, dejará de haber tantas viviendas cerradas y sin uso.
Los ayuntamientos vivirán exclusivamente de los impuestos recurrentes, que deberán subir lógicamente, pero para los ayuntamientos esto significará que tendrán ingresos estables y previsibles. Los ciudadanos pagarán muchísimo menos por sus viviendas, hasta un 50% menos, y deberán pagar más anualmente en sus impuestos locales.
Está claro que el mercado de la vivienda aportó riqueza durante estos años, pero al ser casi todo especulación, tenía que llegar el día de su desplome. Quizá fuera la única salida que teníamos en el corto plazo y quizá la única oportunidad para incorporarnos al euro. Pero ahora que ya estamos, tenemos que pensar en lo próximo y debemos conseguir actividades sólidas, con futuro, que hagan de la economía española una economía estable, donde con trabajo y creatividad se pueda prosperar y no tengamos esos altibajos económicos que tantas familias e ilusiones destruyen.
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