La banca coloca híbridos a los clientes para reforzar su solvencia a precio de saldo
BBVA abrió la veda a mediados de diciembre, pero otras grandes entidades han descubierto en los instrumentos híbridos la piedra filosofal para reforzar su solvencia a un coste imbatible tal como están las cosas. La Caixa, Banco Sabadell, Popular, Pastor, varias Cajas de Ahorro, han lanzado grandes emisiones de deuda subordinada y de preferentes, respectivamente, y hasta el Santander ha empleado estos instrumentos para compensar a los clientes afectados por la estafa de Madoff. Dos razones explican esta avalancha: por un lado, se trata de valores que permiten los bancos aumentar sus ratios de capital; por otro, al colocarse en la red de oficinas, las entidades pagan unos intereses muy inferiores al que tendrían que pagar a los institucionales y, además, sale mucho más barato que una ampliación de capital. Veámoslo con un poco de detalle:
- ¿Qué son los híbridos?
Los híbridos son instrumentos de deuda pero que computan como parte del capital de los bancos. Se trata de algo contradictorio a priori, puesto que el capital se compone tradicionalmente sólo de las acciones (capital social más prima de emisión), reservas y beneficios no distribuidos. Sin embargo, desde hace años el Banco de España admite los híbridos para que las entidades españolas no estén en desventaja frente a las de otros países donde son muy populares, a pesar de que no comparten las tres características tradicionales del capital: no tener fecha de vencimiento, ser aportado por los accionistas y ser remunerado sólo cuando hay beneficios. Por el contrario, los híbridos los aportan los acreedores, tienen fecha de reembolso (aunque en teoría son perpetuos, el banco puede rescatarlos a los 5 o 10 años) y en algunos casos cobran un cupón anual independientemente de si el banco tiene beneficios o pérdidas y en otros solo si hay beneficio.
- ¿Para qué sirve el capital?
El capital de los bancos tiene la función de hacer frente a las pérdidas inesperadas, porque las esperadas deben estar cubiertas con las provisiones (incluso hay una provisión en España, la genérica, que sirve para hacer frente en parte a las pérdidas inesperadas). El problema es que el capital de los bancos, en general, es muy pequeño respecto al tamaño de sus activos, lo que les permitía alcanzar una rentabilidad sobre recursos propios (ROE) muy alta durante el boom: el beneficio era muy alto y el capital muy pequeño. Ahora, con el vertiginoso aumento de las pérdidas en activos tóxicos -fuera de España- y de la morosidad, sobre todo inmobiliaria -aquí-, se demuestra que ese capital era claramente insuficiente y toca reforzarlo a la vista de la que se nos está viniendo encima para evitar nacionalizaciones.
- ¿Cómo se configura el capital?
El capital se divide en varios tramos según la normativa de Basilea II. El llamado core capital es el capital 'puro' de toda la vida: acciones, reservas y beneficios. El llamado Tier 1 comprende ese core capital y añade los primeros híbridos -participaciones preferentes-, que no pueden superar el 30% de ese ratio y que deben cumplir una serie de requisitos en función de su grado de preferencia en caso de suspensión de pagos, de si absorben pérdidas (como las acciones) y de si tienen vencimiento. Pero no hay un criterio homogéneo, sino que cada emisión se hace a medida y el Banco de España le concede una graduación u otra. Los que no cumplen los requisitos del Tier 1 van al llamado Tier 2, y los más alejados del capital tradicional van al Tier 3.
- ¿Por qué se lanzan las entidades españolas a emitir híbridos ahora?
"Porque no podemos emitir otra cosa", como reconoce una entidad. Aparte de la falta de alternativas, los bancos y cajas españoles tienen un core capital bastante elevado para los estándares internacionales, pero flojean bastante en Tier 1 y Tier 2. De la avalancha actual de estas emisiones. Así, la emisión de 2.500 millones de euros de deuda subordinada de La Caixa es Tier 2, mientras que las preferentes de Sabadell (hasta 500 millones) y BBVA (1.000 millones) son Tier 1.
- ¿Qué coste tienen estas emisiones?
Ahí está el quid de la cuestión. El coste de estas emisiones es infinitamente más barato si se coloca en la red que si se lanza al mercado institucional. Por ejemplo, Goldman Sachs ha tenido que pagar un 12% y Merrill Lynch un 13% en los mercados internacionales, mientras que La Caixa, por ejemplo, paga por su deuda subordinada sólo un 6% el primer año y posteriormente Euribor a 3 meses más 2 puntos porcentuales (el 4,09% a cierre del viernes). La emisión contempla un suelo de rentabilidad en el 4% y un techo en el 6,5%. Las preferentes del Sabadell no andan muy lejos: 6,5% los dos primeros años y después Euribor más 3 puntos porcentuales. En este caso, el suelo está en el 4,5%. Es decir, colocarlo en la red es infinitamente más barato que en los mercados internacionales; ya se sabe que ·el minorista se lo traga todo·. Asimismo, sale mucho mejor que una ampliación de capital como la del Santander, que tuvo que ofrecer un descuento del 40% respecto a la cotización y que provocó una dilución del 25% de los accionistas antiguos. Según una de las entidades implicadas, esto se justifica porque ·el riesgo que percibe el inversor institucional es mucho mayor que el que percibe el particular; además, la alternativa para el cliente sería un depósitos que, hoy por hoy, no pagaría más que el 3,5%·.
- ¿Qué riesgos corre el inversor particular?
En principio el riesgo es mínimo, pero también era impensable que quebrara Lehman Brothers o que Citigroup tuviera que ser nacionalizado, y ambas cosas han ocurrido. Por supuesto, el principal riesgo es un impago por parte del banco o caja correspondiente, algo que parece muy difícil por el compromiso del Gobierno de no dejar quebrar ninguna entidad. Pero hay otros riesgos, en especial que el banco no rescate la emisión en el plazo estipulado (normalmente 10 años), ya que no tiene obligación de hacerlo. Eso era algo que nunca había ocurrido, lo que permitía que estos títulos cotizaran como deuda a 10 años, hasta que Deutsche Bank decidió en diciembre no rescatar una emisión al cumplir ese plazo y dejarla viva como deuda perpetua. Aunque de momento ninguna otra entidad ha seguido este camino, el mercado de híbridos ha sufrido un terremoto y las cotizaciones se han desplomado: obviamente, un bono perpetuo vale mucho menos que un título con vencimiento cierto a 10 años.
Consejo: leed la letra pequeña. En el mercado secundario se pueden comprar este tipo de emisiones con descuentos importantes en el precio.
2 comentarios:
Todo un tratado de finanzas, Miguel Ángel, tu exposición sobre los "híbridos". Suscribo cuanto afirmas, sólo me queda una duda,en la que permanentemente me tiene sumido ese, eufemismo ya, libre mercado. Afirmas en cuanto al riesgo:"Por supuesto, el principal riesgo es un impago por parte del banco o caja correspondiente, algo que parece muy difícil por el compromiso del Gobierno de no dejar quebrar ninguna entidad". Seguimos con papá Estado de bombero, de seguro permanente ante la mala praxis bancaria como la recientemente vivida. Sólo nos queda por ver cómo por parte del Estado se cubren las pérdidas bursátiles y se desgravan los beneficios. En lo que va de año, éstos, obtenidos en la compra-venta de acciones de los bancos, se elevan por encima del 30%. Eso es salir de la crisis, por no citar las subastas inmobiliarias, lo demás son tonterías.
Un saludo.
Pues tienes razón sobre lo de papá Estado. en otro momento, si alguna entidad financiera puediera quebrar, seguramente se la dejaría quebrar o se buscaría otra solución que no costara nada al Estado. Pero la crisis de los últimos tiempos hacía peligrar todo el sistema y no ha quedado más remedio que utilizar al bombero.
Pensar que las pérdidas busátiles las asuma el Estado ya me parece imposible, aunque supongo que lo hayas dicho como una exageración. Efectivamente los inversores que entraron a primeros de marzo en bancos han ganado, no un 30%, sino más de un 50%, incluso más de un 70% en algunos casos. Eso sí, había que ser valiente para comprar. Pero ya sabes la máxima de la bolsa, entra cuando todos quieran salir y sal cuando todos quieran entrar.
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