Si atendemos a
los resultados del 20-D, hay dos versiones: la opción del Cambio y la opción
del Acuerdo.
Hay a su vez dos
versiones de la opción de cambio: una entre PSOE-PODEMOS-IU que no suma (161
diputados). En esta versión, no podemos incluir a los partidos nacionalistas e
independentistas, porque sus votantes no han votado por el concepto que se
entiende por cambio, sino por sus propios intereses nacional-independentistas.
La segunda versión, si dispone de los apoyos suficientes, sería el pacto PSOE-PODEMOS-C’s,
si se entiende que los votantes de estos 3 partidos, exclusivamente quieren la
salida del Partido Popular del gobierno. Si fuera así, habrían llegado a un
acuerdo, pero la realidad es que los votantes de estos 3 partidos lo han hecho
por razones diversas. Unos cabreados y pidiendo un cambio radical del sistema,
otros por afiliación natural y otros por mantener el sistema actual,
modificando aquellas cosas que para ellos supone una regeneración, pero para
seguir avanzando por el mismo camino.
No acabo de
entender el proyecto del PSOE, “la gente ha votado cambio” dicen. Con unos
resultados decepcionantes para su parroquia, creo más bien que su mensaje de
cambio (de echar a Rajoy de la Moncloa) solo ha sido apoyado por aquellos
votantes más fieles a esas siglas y ese mensaje no ha conseguido atraer a nadie
a su alrededor.
La pérdida de
votos del Partido Popular, nos traslada la idea de que a pesar que en materia
económica se ha hecho un buen trabajo, y este gobierno nos ha sacado de la más
profunda crisis que recordamos desde la postguerra, hay algunas cosas que no han
gustado a las votantes de centroderecha, y creo que todos sabemos cuales son.
Estos votantes han decidido quedarse en casa o apoyar a una de las nuevas
formaciones nacionales.
En el caso de PODEMOS,
su estrategia antisistema les impide gobernar en coalición, y les lleva a
seguir profundizando desde la oposición. La única opción de gobierno posible
para ellos, es la de poder decidir sobre los temas importantes del Estado par
modificarlo y controlarlo. Así lo vimos en su propuesta de gobierno y los
ministerios que se reservaban.
Por tanto, o los
españoles quieren nuevas elecciones, para imponer sus propias opiniones sobre
los demás, o pretenden un gran acuerdo que siente las bases del Estado para los
próximos 30 años. Realmente hay votantes de las dos opciones, pero aquellos que
quieren imponer su visión de España y del futuro, no van a tener opción, porque
no podrán repetir una mayoría suficiente en los próximos años.
Y aquellos que
pensamos que el acuerdo es la única vía posible, debemos trabajar para que
salga adelante lo más pronto posible, porque unas nuevas elecciones, nos
dejarán el mismo o parecido panorama y ante las mismas encrucijadas.
Si antes o
después tendremos que llegar a un gran acuerdo, ¿por qué no hacerlo antes?.
¿Por qué no se quitan algunos la venda de los ojos cuanto antes? Al final lo
van a tener que hacer. Nos ahorramos el coste de unas nuevas elecciones, el
mantener un gobierno en funciones (que no es bueno en estos momentos de
recuperación económica), y lo decepcionante que a muchos ciudadanos les va a
resultar el retraso.
Por último, no
quiero que parezca que una Gran Acuerdo, es el menor de los males posibles.
Deseo que valoremos todo lo que aportará a nuestra nación: estabilidad, imagen
ante el exterior, proyectos a largo plazo, confianza de los ciudadanos en
nuestras Instituciones y esperanza para el futuro. Y la estabilidad, nuestra
imagen en el exterior, la confianza de los ciudadanos, unas Instituciones
fuertes y estables y una visión optimista y esperanzada en nuestro futuro, son
las variables que más pueden aportar a nuestra felicidad en los próximos años.
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