martes, 29 de marzo de 2011

EMPRESARIO PIMENTEL


Manuel Pimentel nos habló de la crisis, no contó sus sensaciones y sus opiniones. Para él resulta curioso cómo nos comportamos en el momento cumbre de la crisis: octubre de 2008. Se produce una reunión del G20 (en realidad había alguno más) que aprueba una serie de medidas globales.
Una vez solucionado el riesgo de crash, se reúne de nuevo el G20, pero ya EEUU está por un lado y Europa por otro. Los americanos deciden seguir con su política de inyección de dinero en los mercados y Europa, por el contrario, se decide por el control y la contención del gasto.

En España, valora algunas de las medidas que se han tomado: recorte del sueldo de funcionarios (la primera en la historia), congelación de pensiones, reforma de las pensiones.

Pero quedan muchas reformas a las que enfrentarse, una de ellas, la reforma laboral. La que se ha hecho la define como tímida, basada en el modelo alemán de los EREs. Y apuesta por el modelo austriaco para desarrollar la reforma pendiente.

Se posiciona en contra de la desaparición de las cajas, y en contra de la centralización de la banca en Madrid. No está de acuerdo con la reforma del sistema financiero, quizá porque no se ha hecho con ningún orden, sino tomando soluciones, a medida que llegaban los problemas. Una forma de gobernar habitual del Sr. Zapatero.

Otro tema importante y candente en estos momentos, la Negociación Colectiva: apuesta por la exigencia de vincular salarios con productividad, exigido por Europa en el pacto por el euro. No solo eso, lo considera irrenunciable.
Sobre la estructura de la negociación colectiva hay muchos modelos: sectorial, provincial, nacional. Para él todas pueden ser buenas pero plantea dos ideas importantes: la primera, poderse descolgar del convenio durante un tiempo, por problemas puntuales de una empresa.
Y segundo, la renovación de los convenios no puede ser automática, hay que obligar a un arbitraje. En caso contrario, la parte que más gana con la renovación automática nunca se sentará a negociar y si lo hace solo será para mejorar sus posiciones.

Nos comentó su impresión de que en este país casi todo lo hicimos hace 30 años. Y que desde entonces no hemos vuelto a hacer nada importante.
Nos contó lo que Greespan ha dicho sobre el paso de la euforia al pánico. Y que hay que ser conscientes de que la economía se mueve por ondas y a veces estamos abajo, pero volveremos a cabalgar sobre la onda.

Y una característica propia de España: todo se exagera más. Antes nos sentíamos como los nuevos ricos, y ahora somos los peores del mundo.
También que le resulta curioso como ahora todos queremos oír malas noticias. Si alguien plantea otra posición le tomamos por loco, o algo peor.

Hemos llegado a un punto en que se ha cerrado el estado, se ha cerrado la banca, nadie nos ayuda; pues tendremos que ser nosotros los que nos pongamos en marcha por nuestros propios medios.

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