sábado, 11 de febrero de 2012

SE ACABÓ

Lo bueno de las crisis, es la limpieza que hacen de las organizaciones ineficientes. En el caso de la banca aún no había sido así, por las ayudas contables y financieras que había aportado el Estado y el BCE. Pero, por fin llega la restructuración definitiva de las entidades financieras, en el que desaparecerán las entidades que no pueden competir y se mantendrán las que sí pueden y con un tamaño suficiente para hacerlo.

Entre 2012 y 2013 (las que estén inmersas en procesos de fusión), deberán dotar todos los riesgos inmobiliarios derivados de la crisis del ladrillo. Después de esto conoceremos con exactitud la situación de todas las entidades, y no habrá dudas en los mercados, sobre a quién puedo financiar y a quién no.

El FROB tendrá que aportar fondos a los proyectos viables que lo necesiten mediante bonos convertibles contingentes, es decir, si no se cumplen las expectativas previstas, los bonos se convierten en acciones, y el FROB pasa a ser accionista de referencia de las entidades (una nacionalización).

Todos se pondrán las pilas, buscarán la estructura, fusiones, tamaño, etc. que necesiten, y a pensar exclusivamente en el negocio, en prestar y en captar, en buscar la eficiencia y conseguir ser una entidad solvente a largo plazo.

Las entidades tendrán acceso a los mercados de crédito y podrán volver a prestar a los particulares y a las empresas. Ahora no tienen acceso ni las entidades solventes, fundamentalmente porque el mercado no tiene claro quienes son.

Seguramente también se dará salida a todo el activo inmobiliario, posiblemente se reduzcan las ejecuciones hipotecarias y se lleguen a más acuerdos con los clientes.
El objetivo es el apoyo al desarrollo de España, de sus empresas y sus familias. Y sin incrementar el déficit del Estado.

Pienso que la reforma del Gobierno marcará un paso muy importante para modificar el perfil de riesgo del sector ya que supondrá un saneamiento profundo y creíble del principal factor de riesgo en balance de la banca española. Ello, junto con el cumplimiento de las necesidades de capital de la Autoridad Bancaria Europea debería dar lugar a un sector financiero solvente y saneado.

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